Sector cunícola en declive

La cunicultura se desarrolla principalmente en 5 países de la Unión Europea: España, Portugal, Italia, Francia y Hungría. Y, aunque presentan ciertas diferencias, el modelo de producción es similar y reproduce los mismos problemas de salud para los animales.

El último informe sobre cunicultura del Ministerio de Agricultura, Pesca y Ganadería describe como “preocupante” el continuado descenso que experimentan las cifras del sector desde 2015. Sólo entre 2022 y 2023, han cesado su actividad el 11% de las explotaciones de conejos criados para carne, dejando en la actualidad 1.412 granjas de este tipo activas en España. El censo de animales también se ha reducido en un 6,6% respecto al año anterior.

En cuanto a los hogares, el gasto en carne de conejo se redujo un 19,25% entre 2021 y 2022, y el consumo per cápita -situado en 0,75 kg actualmente- se ha reducido a la mitad desde el año 2008. No obstante, España sigue siendo líder en producción y consumo en Europa, seguido por Italia y Francia.

La propia Asociación Española de Cunicultores ha reconocido en un informe reciente que “la carne de conejo se comercializa mayoritariamente con la cabeza y esta presentación choca con la creciente percepción del conejo como mascota y con la falta de consumo habitual de este tipo de carne por parte de la población más joven”. Esto ha forzado al sector a evolucionar hacia formatos que facilitan la disociación entre el animal y el producto, como las hamburguesas o las albóndigas.

Mientras que las exportaciones han disminuido un 19,6% en el periodo 2022 a 2023, las importaciones han aumentado casi un 58%, siendo Portugal, donde el sistema de cría es muy similar, el principal socio comercial en ambas transacciones.

Estos datos no hacen más que confirmar la acusada crisis estructural que la propia industria viene lamentando desde hace años. El consumo de conejo se ha desplomado en gran parte por factores culturales y sociales, una mayor empatía por parte de los consumidores, que buscan productos más éticos y pueden identificar al conejo como animal de compañía, mientras que las empresas productoras se han visto asfixiadas por la subida de los costes fijos de su actividad.

Esta situación, generalizada en la mayoría de países productores, ha llevado a la creación de alianzas para tratar de incentivar el consumo a toda costa. Principalmente a base de subvenciones europeas. Desde 2022, existe la European Rabbit Association, que reúne asociaciones nacionales y federaciones cunícolas de Alemania, Bélgica, España, Francia, Hungría, Italia, República Checa, Países Bajos, Polonia y Portugal.

En 2018, INTERCUN y ASPOC iniciaron una campaña de tres años llamada El Secreto de la Carne de Conejo con fondos públicos europeos para blanquear la industria cunícola en España y Francia. Su objetivo era relanzar la popularidad del producto y promover su consumo entre los jóvenes, sin aparente éxito.

La mayoría de estas estrategias, generalmente enmarcadas en campañas con financiación europea, se enfocan en promesas relacionadas con bienestar animal y sostenibilidad que distan mucho de la realidad que se puede ver en investigaciones como la de AnimaNaturalis.

En Países Bajos y Hungría, sí se tienen en cuenta mejores estándares de bienestar por exigencia de los países a los que se destina su producción, como Bélgica o Suiza. En el sur de Europa, Francia e Italia también se ha incrementado ligeramente el porcentaje de conejos alojados en sistemas que reducen el sufrimiento, como los parques con enriquecimiento ambiental.

España fue señalada por la EFSA en 2020 por mantener el peor sistema de alojamiento y no mostrar intenciones de probar alternativas. Las principales conclusiones del estudio fueron que las jaulas convencionales representan la mayor amenaza al bienestar de los conejos debido a la restricción de movimientos (con una certeza del 66 al 99%), y que, en el caso de los gazapos, los modelos al aire libre y en corrales elevados suponen un alto riesgo de estrés térmico, por lo que tampoco garantizan su bienestar.

En comparación con los otros 5 sistemas de alojamiento que se utilizan en la UE, las jaulas tradicionales también ofrecen menos bienestar a las conejas reproductoras (con una seguridad del 66 al 90%). Los otros métodos de producción utilizados en otros países europeos son los corrales con enriquecimiento ambiental, la jaulas enriquecidas estructuralmente, los corrales elevados, los sistemas al aire libre (de forma total o parcial) y los ecológicos. Según la EFSA, estos últimos ofrecen un mayor nivel de bienestar, pero se trata de una minoría casi anecdótica.

La transición hacia un sistema de mayor bienestar es caro y previsiblemente poco efectivo. Actualmente, en España el consumo de conejo es prácticamente residual y el sobrecoste en su producción llevaría a un gran encarecimiento del producto final.

Probablemente como respuesta a la prohibición general de las jaulas en las granjas prevista para 2027 y al incremento de la preocupación por parte de los consumidores en cuanto a bienestar animal, el Instituto de Investigación en Tecnología Agroalimentaria de la Generalitat de Catalunya hizo público un comunicado en abril de 2023 anunciando que iniciará las pruebas de un nuevo sistema de cría de conejos sin jaulas. Sólo en esta Comunidad Autónoma, han echado el cierre el 30% de las explotaciones en los últimos cuatro años.